Aperitivos de Añavieja, fundada hace 26 años, surgió para dar valor añadido a las patatas de calidad de la tierra, siendo pionera en productos ecológicos. Actualmente, sus snacks se distribuyen en 17 países y han obtenido premios nacionales e internacionales. Se prevé duplicar la producción en el futuro.
Aperitivos de Añavieja es una empresa apoyada por Soria Futuro mediante la participación en su capital social entre los años 2004 y 2009, contribuyendo al impulso decidido de su actividad y modelo de negocio, con la puesta en marcha de la mayor parte de sus actuales instalaciones productivas.
Hay pocos productos más humildes que la patata, pero las de Añavieja ya llegan a los cinco continentes. La idea de una familia de agricultores en un momento en el que la cosecha se pagaba mal cristalizó en una industria transformadora. Hoy, aquella idea en un rincón poco poblado de Soria campea su ‘Ñ’ y la silueta del Moncayo por medio mundo. Esta es su historia y su futuro.
Aperitivos de Añavieja nació hace 26 años de la mano de Emilio Zamora y Pilar García, una familia de agricultores que vio que «la patata no pasaba por su mejor momento». La patatas de su tierra eran de excelente calidad pero los precios bajaban. Por otro lado, cuando las freían en casa sólo recibían parabienes. ¿Por qué no poner en marcha una planta para comercializarlas y crear así un valor añadido? Se pusieron manos a la obra en «una historia de superación».
Hoy las cifras despejan cualquier atisbo de duda. Sus snacks se comercializan en 17 países; la empresa trabaja cada año cerca de dos millones de kilos, la mayoría de cultivo propio y kilómetro cero; tiene 20 trabajadores estables en la planta y en temporada de labor agraria «se triplican o cuadruplican»; la vitrina para los premios nacionales e internacionales de la entrada se ha quedado pequeña tanto para los de alimentación como para los de agricultura; el departamento de I+D sigue trabajando en nuevos productos; y a finales de año comenzarán los trabajos para duplicar su capacidad. Todo esto en un pueblo que añora la barrera de los 100 habitantes desde hace décadas.
Con los años se han ido sumando a su gama nuevos productos tanto en su gama ‘convencional’ como en la ecológica que les llevó a ser pioneros en Europa. Patatas fritas con y sin sal, al toque de paprika, con crema agria y cebolla o con trufa; cortezas elaboradas «desde cero»; palomitas dulces y saladas; o chips vegetales de boniato, zanahoria, chirivía y remolacha. Pero el método sigue siendo el mismo: «Buen vegetal, buen aceite y buena sal».
En la calidad del tubérculo también influye el clima de Soria. «Al final la altitud es fundamental y más que la altitud, la zona en la que nos encontramos. A los pies del Moncayo tenemos una oscilación térmica muy acusada. Eso tanto para el vino como para la patata o la manzana son factores que determinan. Esas oscilaciones hacen que sea mejor la conservación y tenga mejor sabor». Hay una contrapartida. «Se pierde rendimiento. Tenemos muchísimo menos rendimiento que en otras zonas como pueda ser el sur, donde los kilos por hectárea son más altos», indica Francisco.
Es el precio que paga Aperitivos de Añavieja por seguir pegado, literalmente, a la tierra. Incluso en el nombre comercial, que no deja de sorprender por ser el de un pueblo «humilde» que sin embargo se abre mercados. «Lo que nunca se llegaron a imaginar Emilia y Pilar es que iban a poner el nombre del pueblo en tantos sitios».
En el próximo cuarto de siglo «la intención es que pueda estar en la casa de todos los consumidores. Poder seguir llevando los productos de España y concretamente de un pequeño pueblo de Soria a todos los rincones del mundo». Mientras, queda la satisfacción de «que te escriban que son las patatas que más les gustan, las que ponen en su mesa, las que dan a sus hijos… eso al final es un orgullo». Sabrosísimo, por cierto.
Fuente: Heraldo Diario de Soria